martes, 27 de mayo de 2008

LAS AGRESIONES DE LOS VIGILANTES DE METRO

Es difícil de creer que nadie se haya enterado, a estas alturas, de la noticia de las agresiones grabadas por algunos vigilantes de metro a algunos pasajeros. La mayoría de los medios de comunicación han dado tanta importancia y han manoseado tanto el asunto, que al final se ha vuelto a generar una alarma social preocupante, un estado de opinión desfavorable en el que se ha vuelto a cuestionar el papel de la seguridad privada. La prensa, con su tono sensacionalista habitual, ha vuelto a poner en duda la capacidad legal de actuación de los vigilantes. Como en otras ocasiones, han omitido constantemente el derecho a la presunción de inocencia, han puesto en cuestión la formación y la selección del personal en el sector y, lo más grave, los medios de comunicación, con su tendencia a generalizar, han vuelto a provocar, irresponsablemente, la animadversión de los ciudadanos hacia todo el colectivo de vigilantes y han dado a entender una versión del concepto de seguridad engañosa, vulnerable y que deja en mal lugar la ya deteriorada protección legal y consideración social de los trabajadores de este sector.
La noticia se ha mantenido viva durante demasiado tiempo. Todos los medios de comunicación han tratado el tema y todos han coincidido en condenar, como no podía ser de otra manera, la actuación de los vigilantes que, según parece comprobarse en las extrañas grabaciones, se excedieron en el ejercicio de sus cometidos.
A pesar de que no ha sido la primera vez que los medios de comunicación se han interesado por un tema como éste, y de que ya no es ninguna novedad el tratamiento peyorativo que suelen usar cuando hablan de un tema relacionado con el sector (en esta ocasión), a nuestro entender, se ha llegado demasiado lejos.
Desde una organización sindical no se pueden defender las incomprensibles e injustificables actuaciones de unos vigilantes que, además, cuando se graban entre ellos, parecen jactarse de su “heroicidad”. Estas burradas, si son tal y como nos las venden, se condenan por sí solas.
Ya hemos comprobado por casos anteriores que, aunque nosotros intentemos contrarrestar en la prensa el alarmismo que ellos provocan con facilidad cuando tratan temas relativos al sector, los medios sólo reproducen aquellos aspectos de la información que ellos presentan siempre en clave de suceso y que saben que más venden y causan más sensación entre los receptores de la noticia.

Los medios de comunicación son muy poco receptivos cuando desde esta organización sindical les exponemos lo que nosotros pensamos que son las causas que originan muchos de los problemas de imagen y de capacidad de los vigilantes de seguridad. Estamos hartos de repetir cuando cuestionan la preparación de los vigilantes, que en España están mucho más formados que en el resto de países de la Unión Europea; otra cosa es que exista un problema con la formación, por estar mal retribuida, que esta formación esté anticuada y sea poco atractiva y otra cosa es que el Ministerio del Interior no demuestre interés en hacer cumplir a las empresas el itinerario formativo profesional, que claramente contemplan las normas de seguridad privada.
Estamos cansados de explicar que para habilitarse como vigilante te exigen una serie de pruebas que superan, con mucho, a las que se exigen para acceder a profesiones de igual nivel, en cuanto al trato con el público, en cuanto al conocimiento de normas legales y en cuanto a formación en deontología profesional. Nos hemos cansado de repetir, cuando nos suelen calificar como “tarados”, cosa que hacen casi siempre que salta una noticia sobre Vigilantes que, para acceder a este oficio y mantenerse en él, nos exigen unos reconocimientos psicotécnicos periódicos específicos que superan ampliamente a los que se exigen a los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado o se exigen para la renovación de cualquier permiso de armas, por ejemplo.
A los medios de comunicación parece no servirles el hecho evidente de que, debido a su específica función preventiva, es el colectivo de vigilantes el que más expuesto está a las agresiones y a las consecuencias de éstas. Ahí están los datos de siniestralidad; ahí están otras muchas grabaciones o noticias donde se constata que los vigilantes son agredidos muy a menudo y que estas incidencias nunca salen a la luz; ahí están todos esos actos meritorios nunca reconocidos, ni premiados, actos que nunca son tratados con el mismo grado de reconocimiento público como el que se premia a cualquier acto loable de otros colectivos involucrados en la protección ciudadana.
La prensa, cuando habla del sector de seguridad privada, lo hace siempre desde el desconocimiento de un sector que está estrictamente regulado por una normativa de seguridad muy extensa y que, además, en esa normativa se recoge un amplio y escrupuloso régimen sancionador que impone a los vigilantes un severo código de conducta. Siempre van a existir elementos que no tengan en cuenta este código y que hagan su propia interpretación de las funciones de la profesión; pero siempre serán la excepción y, a diferencia de lo que sucede en otros colectivos, las extralimitaciones están claramente penalizadas. Podemos asegurar que, gracias a estas normas profesionales, la inmensa mayoría de los trabajadores del sector saben como actuar y, cuando es posible, son ellos los primeros en corregir las actuaciones indebidas de los demás, cuando éstas se producen.
Es evidente que a la prensa no le interesa relacionar la baja retribución salarial del sector como problema de fondo, en cuanto que tiene que ver con la profesionalización, la estimulación y la consolidación de plantillas de personal motivadas y estables.
Pocas son las veces en las que la condena de los medios de comunicación se dirige hacia las empresas o hacia los clientes de seguridad. Se suele cuestionar muy poco el sistema que éstos imponen cuando deciden implantar un servicio de seguridad y no se cuestiona, casi nunca, la falta de coordinación, la mala planificación y la escasa dotación de medios a los vigilantes por parte de las empresas y los usuarios. Nunca se menciona la deficiente asistencia legal que dan las empresas a sus vigilantes y tampoco se dice nada del desentendimiento habitual que los usuarios de seguridad hacen cuando suceden hechos como los que ahora tratamos y que han provocado tanta alarma social.

A nuestro entender, muchos de los problemas que suceden a los vigilantes, en el Metro o en cualquier otro servicio de seguridad, son debidos a que no existe una protección legal suficiente, y esta desprotección provoca entre los ciudadanos un respeto escaso hacia la labor de los vigilantes. Si los trabajadores del sector de seguridad estuvieran protegidos, al igual que muchos otros colectivos, con la condición de Agentes de la Autoridad, seguramente que muchos de los que se proponen propasarse con aquellos que evitan el delito, se lo pensarían de otra manera y las incidencias disminuirían o tendrían una gravedad distinta.
No se puede jugar de forma tan irresponsable con la información. Primero hay que ubicar las actuaciones en su contexto real y, si son condenables, pedir la aplicación de la Ley; pero lo que no se puede permitir es que, las actuaciones indebidas de algunos, sirvan para calificar a todos los vigilantes de seguridad. Las noticias sobre este tema, tal y como suelen expresarlas la mayoría de los medios de comunicación, cuando llegan al entendimiento de los ajenos al sector, suelen llegar trasladando siempre una impresión negativa de todo el colectivo de vigilantes. Esto es injusto y grave pero, además, acompañando a este mensaje, se envía también un mensaje de debilidad de un sistema de seguridad que ya está muy debilitado y que, gracias a esa debilidad, se producen incidentes lamentables como los que ahora se han convertido en titular permanente. No son conscientes los periodistas de que, con sus noticias, están mediatizando a los jueces y que estos jueces, cuando tengan que tratar un tema relacionado con la seguridad privada, lo van a hacer teniendo en cuenta las impresiones negativas que se deducen de las negativas campañas de prensa contra el sector.
En UGT hemos expuesto, en todos los sitios donde se pueden exponer, nuestra opinión y hemos trabajado en la mejora del status legal del vigilante. Sabemos, desde hace mucho tiempo, que no podemos contar con la ayuda de la prensa y que tenemos que dedicarnos constantemente a corregir los perjuicios que ésta causa a la imagen de los profesionales del sector. No por ello vamos a dejar de hacer lo que hay que hacer para evitar estas agresiones mediáticas colectivas y no por ello vamos dejar de reivindicar una modificación legal que propicie una mayor protección jurídica para el vigilante.

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Manifestación en Madrid 02/03/2010-Seguridad Privada


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